
A medida que los coches del modelo 2025 llegan a los concesionarios, los sistemas de evitación de colisiones, detección y monitoreo del conductor están siendo moldeados tanto por diseñadores y curadores como por ingenieros. Museos e instituciones centradas en el diseño están ayudando al público a comprender cómo los vehículos ahora anticipan peligros, ven en condiciones de poca luz y detectan la fatiga del conductor—transformando la seguridad en una experiencia que la gente puede aprender y en la que puede confiar. El resultado es una conversación pública más clara sobre qué hay en el coche, qué datos utiliza y cómo las interfaces guían el comportamiento, incluso mientras los reguladores endurecen los estándares y los fabricantes de automóviles impulsan actualizaciones por aire.
Las funciones de prevención de accidentes han evolucionado de simples advertencias a asistencia activa, y las decisiones de diseño determinan si los conductores aceptan esta ayuda. El frenado automático de emergencia ahora reconoce a peatones y ciclistas, mientras que los asistentes en intersecciones y el soporte de dirección evasiva buscan prevenir colisiones por impacto lateral y en giros. Los protocolos de Euro NCAP para 2025 elevan el estándar en situaciones nocturnas, motocicletas y cruces, y los reguladores de EE. UU. finalizaron reglas en 2024 para que el AEB sea estándar a finales de esta década.
En galerías y museos de marcas reconocidas, los curadores presentan estos sistemas como obras coordinadas—señales visuales, hápticas y acústicas—para que el público pueda ver cómo la anticipación, y no la reacción, es la nueva estética de la seguridad. Los conjuntos de sensores están mejorando tanto en capacidad como en integración visual, un reto que los diseñadores abordan como un problema material. Las cámaras de alto rango dinámico, el radar de imagen y el lidar de estado sólido se combinan con infrarrojos térmicos para identificar a los usuarios vulnerables en condiciones de lluvia, niebla y poca luz. La inteligencia artificial en los controladores centralizados fusiona los datos, pero la colocación física de los sensores y las barras de luz influye en cómo el coche “señala” su conciencia a las personas que están afuera.
Las exposiciones sobre el diseño para la percepción han empezado a mostrar nubes de puntos crudos y mapas de calor como artefactos, haciendo que el trabajo invisible de detección sea comprensible para los visitantes sin exagerar la autonomía. El monitoreo del conductor ha madurado desde heurísticas de torque de dirección hasta cámaras infrarrojas orientadas hacia adentro que rastrean la mirada, el cierre de párpados y la posición de la cabeza. La Regulación General de Seguridad Europea implementa gradualmente advertencias de atención y somnolencia en los nuevos modelos, y los organismos de calificación recompensan los sistemas que intervienen suavemente antes de que el riesgo aumente. Las nuevas cabinas combinan sensores capacitivos en el volante, hápticas sutiles y avisos contextuales que desescalan la distracción en lugar de castigarla, manteniendo la mayor parte del procesamiento en el dispositivo para reducir las preocupaciones sobre la privacidad.
Los curadores presentan estas interfaces junto a alcoholímetros históricos y campañas de cinturones de seguridad, conectando la negociación actual entre humanos y máquinas con las victorias de diseño en salud pública del pasado. Las instituciones han sido traductores clave: “Automanía” del MoMA y “Coches: Acelerando el Mundo Moderno” del V&A posicionaron el coche como un entorno diseñado, mientras que el Museo de Ciencia de Londres exploró las compensaciones de la autonomía para audiencias amplias. Siguiendo esa línea, los programas de los museos este año están destacando gráficos de seguridad, diseño de sonido y salas de simuladores que permiten a los visitantes experimentar el AEB y el soporte de carril sin el discurso de ventas. Las colecciones corporativas y cívicas están adquiriendo modelos de producción cargados de sensores como objetos de diseño, preservando el lenguaje en evolución de las firmas de luz y la experiencia del usuario en la cabina.
Para coleccionistas, curadores y el público, el impacto inmediato es la alfabetización: entender lo que el coche percibe y cómo se comunica, lo cual es esencial para generar confianza a medida que más asistencia llega a las calles.